Por: Miguel A. Arrieta Morales, Ph. D.
VIDA PLENA
La Disciplina de la Ética persigue dar fundamentos a preguntas sobre qué consiste el bien en temas como: valores, bien común, económicos , desarrollo humano, educación, liderazgo y empresarismo, cultura organizacional, el campo de la salud y otros relacionados. De una u otra manera está relacionado a un patrimonio común llamado cultura y el origen de nuestra civilización occidental. La aplicación del análisis ético que posibilita el desarrollo y mejoramiento en tan variados escenarios se conoce como Ética Aplicada. Principios éticos que se instrumentan y son herramientas para el proceso de la toma de decisiones en el campo especifico de estudio. Aplicado al comportamiento personal, la adherencia a los valores éticos, viabiliza el carácter ético para el logro de la Vida Plena. La formación del carácter ético asume encarnar valores morales, se reconocen los principios que guían el comportamiento por el cual emerge una definición y singularidad personal.
A través de la humanidad se aprecia la constancia del ser humano en la búsqueda de la felicidad. Los griegos, en especial Aristóteles le llamaba a esta búsqueda eudaimonía, en que la excelencia y el significado de las actividades, a la luz de los fines, tienen un rol fundamental para lograr la Vida Plena. Ello conlleva asumir un pensamiento crítico de costumbres y del entorno, con el fin de obtener mejores prácticas para ser más eficaz con el entorno, en su relación con la comunidad y formación propia personal. Implica, entre otros asuntos, revisar conocimientos, valores y prácticas para adquirir nuevos desempeños que abran espacios para lograr una Vida Plena. Un elemento esencial en Vida Plena es la presencia de lo trascendental, un tema sobre a qué dar valor mas allá de todo aquello que es temporal.
En diferentes culturas, sociedades y pueblos se puede apreciar análisis sobre cuán bien son los fines a perseguir, aquí aflora la disciplina que se conoce como Ética; qué comportamientos asumir de bien y por el cual surge la definición personal. Las virtudes, son hábitos de bien, resultados de las deliberaciones sobre qué consiste ser lo bueno para el ser humano. En este ejercicio deliberativo se revisan conocimientos, la relación con los demás y se asume una definición de sí mismo . En ellos consiste los famosos Diálogos que tanto se mencionan en la Filosofía.
Alcanzar una Vida Plena para los griegos clásicos implicaba lograr la excelencia como ciudadano en la vida privada y la importancia de la vida comunitaria, que justificaba la Polis. Actualizando esta noción al día de hoy, nos referimos a desarrollar procesos en la convivencia que viabilice el Apoderamiento de los Valores de Bien; encarnar valores implica desarrollar hábitos buenos que se conocen como virtudes. Acciones de bien que tantas veces se llevan a cabo, se traducen en hábitos. Entonces, el tema Ético atiende las preguntas de deliberación sobre qué consiste el bien para comprender y encanar criterios que justifiquen los esfuerzos para desarrollar hábitos buenos. La voluntad para encanar hábitos exige entender su razón de ser, surge de la compresión de como las acciones que se asumen producen el bienestar. Exige presencia de razonamiento sobre el libre albedrio, la decisión de asumir tales acciones surge por el convencimiento propio. Este ejercicio no puede ser llevado a cabo por coacción, por las costumbres o cultura, ni conductas aprendidas en ausencia de un pensamiento crítico. Las reflexiones de este escrito se fundamentan por la importancia que reviste encarnar los valores positivos para la formación del carácter, de manera que pueda lograr su máximo potencial.
Estos hábitos conforman el carácter, los cuales viabilizan la Vida Plena. Se le llaman vicios a aquellos hábitos que obstaculizan lograr las aspiraciones de las personas, son dañinos para sí mismos y hacia otros. Atender los procesos en la convivencia se traduce en servicios que viabiliza el potencial de las personas. Se da gran importancia a la manera en relacionarse con las personas, las acciones que ayuden a obtener metas de valor. Las acciones reflejan a qué se le da valor, asumen comportamientos en relación con los demás, esto expresa el carácter.
Tomar conciencia de fines y propósitos de bien, y practicar las virtudes tiene un rol en los rasgos personales. Todo hábito, ya sea de bien o dañino, define el carácter, la forma de ser de las personas. Razón por la cual cabe preguntarse cuáles de ellos conlleva hacia el bien y cuáles son destructivo. Los hábitos proclives hacia el daño se les conoce como vicios, los cuales de una manera u otra son perjudícales para sí mismo y hacia los demás. El principio del bien por el cual se forman hábitos de virtud puede ser definido como aquellos hábitos dirigidos a aflorar el potencial de las personas. El principio del mal, los vicios, de una manera u otra restringe el desarrollo pleno, Vida Plena, de las personas.
Cuatro Principios para la formación del Carácter hacia una Vida Plena:
- Tomar Decisiones
- Manipulación del Carácter
- La Ductilidad del Carácter
- Respeto por las Diferencias
- Referencias del Marco Ético
- Aprobación y Voluntad
- Hacerse Dueño y Costo de Oportunidad
Primera parte de cuatro (1/4) del artículo Formación del Carácter Para Una Vida Plena: Ética Aplicada; próximamente publicaremos la segunda parte. Para ampliar y profundizar en estos conceptos puedes adquirir el libro: Carácter y Vida Plena por el Dr. Miguel A. Arrieta Morales.